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Descontrol de los impulsos




  El descontrol de impulsos es un tema importante que aborda los trastornos relacionados con la dificultad para controlar las emociones y conductas en ciertas situaciones. Estos trastornos pueden tener un impacto significativo en la vida de las personas y es fundamental comprender sus causas y buscar tratamientos adecuados.

  Uno de los trastornos más conocidos en esta temática es el trastorno explosivo intermitente, que se caracteriza por episodios de explosiones de ira incontrolables. Durante estos episodios, la persona puede tener comportamientos agresivos o violentos. Otros trastornos del control de impulsos incluyen el trastorno de conducta disruptiva, el trastorno de juego y el trastorno de compra compulsiva.

  La causa exacta de estos trastornos puede variar, pero se cree que factores genéticos, ambientales, neuroquímicos y psicológicos pueden desempeñar un papel importante. Por ejemplo, algunos estudios sugieren que la disfunción en ciertas áreas del cerebro puede contribuir al descontrol de impulsos.

  El tratamiento para los trastornos del control de impulsos puede incluir terapia psicológica, medicación y apoyo familiar. La terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser efectiva en el manejo de estos trastornos, al ayudar a las personas a identificar y cambiar patrones de pensamiento y comportamiento negativos.

A continuación, se presenta una bibliografía que puede ser útil para obtener más información sobre la temática del descontrol de impulsos:

1. APA - American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5th ed.). Washington, DC: American Psychiatric Association.

2. Grant, J. E., Odlaug, B. L., & Chamberlain, S. R. (2016). Impulsive action and impulsive choice across substance and behavioral addictions: Cause or consequence? Addictive Behaviors, 59, 42-50.

3. Potenza, M. N. (2008). The neurobiology of pathological gambling and drug addiction: An overview and new findings. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 363(1507), 3181-3189.

4. Chamberlain, S. R., & Sahakian, B. J. (2007). The neuropsychiatry of impulsivity. Current Opinion in Psychiatry, 20(3), 255-261.

Pantallas e infancia: ¿qué comprenden los niños hasta los 3 años?

 




  Mucho se ha dicho sobre la sobrexposición a pantallas, sus efectos y la recomendación de reducir la cantidad de tiempo que los niños y niñas están frente a dispositivos tecnilógicos.  Sin embargo, otra cuestión no menos importante emerge de este fenómeno: ¿cuánto comprenden realmente los más chicos al interactuar con estas herramientas?

  “Que los niños y niñas manipulen estos dispositivos desde muy pequeños, elijan videos, los observen, reconozcan personajes e incluso salteen publicidades no es sinónimo de que comprendan las imágenes y puedan aprender de ellas”, aseguró Mariana Sartori, doctora en Psicología e investigadora en la Universidad Abierta Interamericana.

“Para aprender de las tecnologías es necesario comprender simbólicamente las imágenes proyectadas. Es decir, entender que aquello que se observa en la imagen representa algo que puede existir en la realidad, y esto a edades tempranas es todo un desafío”, agregó.

  Pero, ¿de qué se trata la comprensión simbólica? La misma “implica que el niño o niña vea al objeto en sí mismo y a través de él aquello que representa. Así, la comprensión de un objeto simbólico implica cierta flexibilidad cognitiva, que permita mantener activas y de manera simultánea dos representaciones mentales: la del objeto y la de aquello que representa, estableciendo relaciones entre una y otra”.

  La especialista sostuvo que según concluyó en su tesis doctoral -dirigida por la Dra. Olga Peralta y donde participaron 400 madres, padres y adultos responsables y más de 120 niños y niñas de entre dos y tres años- “que a edades muy tempranas (antes de los tres años) las tablets resultan más interesantes por lo que son y no por lo que evocan”.

  diferencias se observan, mínimamente, luego de los tres años. “Si bien los niños y las niñas manipulan el dispositivo, no logran emplear la imagen con fines simbólicos y entender que es una representación de otra cosa que puede emplearse con fines determinados. Los niños y las niñas pudieron utilizar simbólicamente una tablet a los tres años y sólo bajo ciertas condiciones: cuando un adulto guiaba explícitamente y no se enfatizaba como un juego”, amplió la experta a Clarín.

Las ventajas de los nativos digitales: ¿mito o realidad?

  “Maneja el celular prácticamente desde que nació”, “usa la tablet mejor que yo”, “desde que es bebé mira videos en la computadora”. Es común escuchar estas frases de padres y madres que creen ver en los niños y niñas actuales una suerte de especialistas autodidactas en lo que a tecnología se refiere.

  Sartori, que también es docente de la Universidad Nacional de Rosario y becaria doctoral en el Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación-IRICE, perteneciente al CONICET, señaló que aunque “muchos adultos tienden a pensar que los niños y las niñas comprenden espontáneamente las tecnologías, que los nativos digitales corren con cierta ventaja en este sentido, planteado en estos términos eso es un mito”.

  No existe un mecanismo automático entre la visualización y el entendimiento a edades tempranas. “Las imágenes proyectadas por dispositivos tecnológicos son símbolos y su comprensión implica un complejo proceso en que intervienen muchos factores como la edad, la experiencia previa del niño o niña, las características particulares de las imágenes que se proyectan y el contexto, entre otros”.

  Si bien es innegable que, a diferencia de generaciones previas, en la actualidad chicos y chicas crecen e interactúan con estas herramientas desde muy temprano, “ello no es sinónimo de que las comprendan intuitiva o espontáneamente”.

Seis afirmaciones sobre los chicos y los tiempos de pantallas

  Ciertas investigaciones demostraron que un uso excesivo se asocia a mayores riesgos de sobrepeso y trastornos del sueño, e impacta negativamente en el desarrollo del lenguaje y en las habilidades emocionales.A diferencia de los libros tradicionales, se observa que los niños y las niñas utilizan los dispositivos tecnológicos en soledad, sin compañía adulta.La Asociación Americana de Pediatría, la Organización Mundial de la Salud y la Sociedad Argentina de Pediatría clásicamente recomendaron que menores al año y medio no usen pantallas, y que los niños y las niñas de entre un año y medio y cinco no excedan una hora diaria.La recomendación es que el tiempo de pantallas no reemplace la interacción social, el juego, la actividad física y las horas de sueño.

  Las pantallas experimentaron ciertos cambios en tiempos de pandemia. A partir del aislamiento, los dispositivos tecnológicos se transformaron en grandes aliados para comunicarnos con nuestros seres queridos, trabajar, ir a clases y distraernos, aumentando las horas de uso.En la actualidad los organismos de salud enfatizan la importancia del acompañamiento adulto, de revisar la calidad de los contenidos, y no sólo la cantidad de tiempo

Fuente: clarin.com

Agresividad en la infancia: 9 causas y 9 soluciones


Qué hacer si mi hijo muestra una conducta agresiva de forma reiterada

Algunos niños muestran un comportamiento agresivo en determinados momentos, son conductas mediante las cuales demuestra hostilidad hacia los demás bien sea a través de insultos, gritos o amenazas, o bien, a través de conductas que entrañan una violencia física.

Causas y soluciones a la agresividad infantil
Existen muy distintas razones por las que un niño puede actuar de forma violenta o tener un comportamiento agresivo en determinados momentos:


1. Propio carácter del niño

Causa: el temperamento del niño juega un papel importante en la demostración de estas conductas agresivas. Se trata de esa forma de ser que es intrínseca al niño y que muestra casi desde el momento de su nacimiento. Y es que, hay niños que nacen ya con una predisposición a que, entre los rasgos de su personalidad, la conducta agresiva sea uno de ellos.
Solución: es fundamental apoyar a los niños afectados en el aprendizaje de conductas alternativas, controlando sus impulsos agresivos y antisociales, fortaleciendo sus habilidades sociales y tratando los trastornos que los acompañan. Los padres también han de participar en programas terapéuticos para poder ayudar a sus hijos a canalizar sus emociones.


2. La educación que recibe

Causa: la educación y las experiencias que vive un niño a lo largo de su infancia asimismo modelan su personalidad. Todo aquello que viva a lo largo de su vida tendrá un impacto sobre su carácter. De tal manera, que si el niño crece en un entorno donde hay gritos constantes, faltas de respeto, lenguaje agresivo o violencia física, es más probable que es ejemplo impacte sobre su propia conducta.
Solución: el ambiente dentro del cual el niño se desarrolla tiene una influencia, a veces decisiva, sobre su propio comportamiento, por lo tanto, ante una situación de hostilidad en el seno de la familia, es necesario revisar las conductas de los progenitores, si es necesario, con apoyo psicoterapéutico para aprender a gestionar las situaciones del día a día.


3. Falta de afecto en la familia

Causa: los niños necesitan sentirse amados, protegidos y apoyados por sus padres, o a falta de ellos, por las personas que los están criando. Por lo tanto, cuando un niño crece en una situación de privación de afecto,  esto puede tener un impacto desarrollando una conducta más hostil hacia los demás.
Solución: para un niño, el amor de sus padres y su entorno social y familiar es fundamental para crecer sin preocupaciones y convertirse en un adulto feliz. Es por ello que, si el niño sufre de falta de cariño, es extremadamente importante llenar ese vacío para poder garantizar que tenga un desarrollo saludable y poder evitarle numerosos trastornos psicológicos


4. Niños que viven situaciones de conflicto

Causa: según los expertos, los niños que tienden a tener una conducta más agresiva suelen ser aquellos que sufren o han sufrido en la infancia situaciones delicadas como un divorcio complicado, abandono, fallecimiento de uno de los progenitores, etc. También aquellos que han sufrido malos tratos por parte de sus padres, otros familiares o personas con las que mantienen cierta dependencia como educadores o profesores.
Solución: el castigo físico o la violencia verbal ni es terapéutico para el que lo produce, ni pedagógico para el que lo recibe. Se trata de un descontrol emocional personal del adulto, un desahogo momentáneo que normalmente genera a continuación malestar y sentimiento de culpa. Nadie concibe que en su trabajo, aunque sea por su bien, reciba un tortazo de su jefe al cometer algún fallo. Por lo tanto, el cachete, el azote o los insultos no deben ser usados como método educativo en ningún caso.


5. Niños con trastorno de comportamiento

Causa: algunos niños hiperquinéticos o niños hiperactivos también pueden desarrollar una conducta agresiva, aunque en estos casos se trata de agresiones que se llevan a cabo de forma impulsiva, es decir, no premeditada. Son conductas compulsivas que ejercen de forma inevitable como consecuencia del trastorno que padecen. En estos casos, la persona sobre la que muestran más hostilidad es precisamente la más querida para ellos y no suele haber desencadenante o estímulo que la justifique.
Solución: el niño hiperactivo ha de ser diagnosticado y seguido por un neuropsiquiatra o un psicólogo infantil. Además, los padres han de aprender a gestionar y canalizar la energía de sus hijos, nunca con gritos, reproches constantes y castigos. Aprender técnicas para aprender a controlar la impulsividad de los niños y a gestionar su conducta, es fundamental.


6. Niños que están sobreprotegidos y agresividad

Causa: también se pueden producir conductas agresivas durante la infancia en niños especialmente sobreprotegidos. Cuando unos padres están demasiado pendientes de su hijo, y viven constantemente con miedo a que le pueda ocurrir alguna desgracia, impidiendo que juegue o se relacione de una forma normal con los demás niños, se puede producir una situación en la que el niño reaccione ante toda la lista de prohibiciones que tiene, de forma agresiva.
Solución: si supiéramos lo importante que es para el desarrollo de su personalidad que los niños logren hacer las cosas sin ayuda, les dejaríamos actuar solos en más ocasiones. Es normal que el niño cometa errores, pero no nos anticipemos para evitar el tropiezo. Debemos protegerle de los peligros verdaderos, pero sin llegar al extremo de convertirle en una persona débil y temerosa.


7. Niños consentidos

Causa: cuando los padres ceden ante las demandas y caprichos de sus hijos de forma constante y recurrente, el niño puede comportarse de forma tirana con ellos y actúa de forma violenta si en algún momento se intenta poner freno a esos caprichos. En estos casos no se dan las circunstancias de la privación afectiva, sino todo lo contrario las conductas agresivas surgen como consecuencia de la intolerancia a las frustraciones.
Solución: complacer a los niños en todos sus deseos y peticiones no les hará más felices, debemos tener claro este punto. Los niños necesitan encontrarse con un NO razonable y razonado si es que el momento y la situación lo precisan. Debemos además, mantener nuestra posición y no ceder más adelante, puede negociarse algo, pero no la totalidad haciendo que el niño consiga siempre lo que desea.


8. Falta de límites y normas

Causa: la disciplina, las normas y límites ayudan al niño a saber lo que está bien y o que está mal. Cuando no existen estas normas, el niño se vuelve nervioso y tendrá una mala conducta. De forma inconsciente busca conseguir esos los límites pues sabe que él es incapaz de establecerlos por sí mismo.
Solución: los padres han de estar de acuerdo sobre el modelo educativo que quieren seguir para evitar la confusión del niño. Además, la vida del niño debe tener unos horarios, unas normas y unas rutinas para que sepa qué es lo que se espera de él o e ella en cada momento. Es fundamental explicarle qué está bien y qué está mal para que pueda elegir la mejor conducta a seguir.


9. Trastornos del estado de ánimo

Causa: algunos de los niños afectados padecen problemas de autoestima, rechazo, así como miedos y depresión. Solo encuentran la forma de liberarse de sus emociones negativas de forma hostil.
Solución: igual que en los adultos, no se puede subestimar los problemas de salud mental en la infancia. Estos niños necesitan un tratamiento especializado y pueden recuperarse si lo reciben.

Bibliografía: 
Fuente: conmishijos