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Los terribles 2 años


En el proceso de separación-individuación hay dos aspectos importantes. Uno, que el niño toma consciencia de que es uno separado de su madre (separación) y dos, que forma su individualidad única y distinta a las demás (individuación).

En este proceso el niño comprende que él y su madre no son una sola persona y que ella está fuera de él, pero lo que se da cuenta que puede pensar, opinar por su propia cuenta y en especial aprende a que puede decir “no”. Y comprueban que pueden pensar distinto a lo que piensa su madre y los demás, y nadie sale dañado porque se siguen queriendo.

Es acá donde aparecen las batallas de poder, las pataletas, los gritos, empujones, patadas y mordidas. El pequeño se siente fuerte y poderoso, que puede guiar su destino, pero se encuentra con personas que opinan distinto y que encima son mucho más grandes y fuertes que él. Por un instante quiere algo y al otro cambia de parecer y pide otra cosa sin ninguna justificación sólo para probar que puede pensar distinto y a su manera, desear, pedir, exigir y ver qué pasa.

Otro tema que surge es que a la vez que se reconoce distinto a su madre, aparecen los miedos: a la oscuridad, a estar solo, al agua, a los truenos, etc.

En la medida que se vaya sintiendo fuerte de verdad irá necesitando cada vez menos transformarse en el tirano omnipotente que quiere hacer lo que quiere cuando quiere, dónde quiere y cómo quiere, para olvidarse por un rato de lo asustado que se siente otras veces.

Asi va internalizando la fuerza y el amor incondicional que le dan sus padres y sobre todo la confianza. Este proceso lleva alrededor de un año. A partir de ahí notaremos que nos escuchan y empiezan a hacernos caso de a poco. De aquí en más aparece el dolor de la aceptación de que no son “su majestad el bebé” sino otro integrante más de la gran familia humana.


Autora: Lic. Rhiner Vanesa.
Bibliografía: “Criar hijos confiados, motivados y seguros”, Maritchu seitún, 2011.